La fisioterapia neurológica es la parte de la fisioterapia que va encaminada al tratamiento de las alteraciones debidas a una afectación del sistema nervioso.
Cuando una persona sufre daño cerebral, además de problemas cognitivos o de conducta, suele presentar problemas físicos o alteraciones que afectan al sistema sensorio-motor. La urgencia a la hora de iniciar un tratamiento, así como la continuidad en el tiempo de este, influirá notablemente en la recuperación de las funciones. Varios estudios y datos ponen de manifiesto que hay que comenzar la terapia física desde las fases más iniciales.
Papel de la fisioterapia en patologías neurológicas:
La finalidad general de la fisioterapia en este campo es trabajar sobre los síntomas propios de cada afección y mejorar la calidad de vida de quienes sufren este tipo de enfermedades, así como del familiar o cuidador.
Como ya sabemos, pueden ser enfermedades degenerativas o no degenerativas. Las degenerativas, como su propio nombre indica, van acompañadas de un proceso degenerativo en el cual las distintas funciones o estructuras del cuerpo van empeorando con el transcurso del tiempo. Por el contrario, en las no degenerativas, las funciones o estructuras del cuerpo que se han visto afectadas pueden llegar a recuperarse de forma parcial o en su totalidad.
Se ha demostrado que el ejercicio facilita la liberación de moléculas que apoyan la neuroplasticidad y ofrece protección contra el daño cerebral.
- Daño cerebral: como su propio nombre indica, es una lesión que se produce en el cerebro. Hay dos tipos, DC adquirido y DC congénito.
- Neuroplasticidad: es la capacidad que tiene el cerebro para actuar y reaccionar ante situaciones siempre cambiantes. Esta capacidad se mantiene a lo largo de la vida y permite al cerebro crear constantemente nuevos caminos de comunicación neural o reorganizar los existentes. La plasticidad cerebral es algo que pasa en condiciones normales pero también es posible como respuesta a lesiones o enfermedades que causan pérdida o daño neuronal. Los estudios han demostrado que, con un estímulo suficiente, se pueden expandir las áreas sensitivas de la corteza. Esta es la clave en la que nos basamos los fisioterapeutas para enseñar nuevas habilidades motoras y funcionales a una persona que ha sufrido un daño en el sistema nervioso.
Las enfermedades que no siguen un tratamiento, progresan más rápidamente, tanto a nivel físico como cognitivo. También, se incrementa la posibilidad de tener problemas emocionales y anímicos. En los casos en los que pueda haber mejoras, como podría ser en las enfermedades no degenerativas, no las habrá o, incluso se puede empeorar. Con todo esto, se evoluciona a una inactividad muscular, la cual conlleva que la musculatura se atrofie y, por tanto, disminuye la fuerza, la resistencia, hay problemas en equilibrio, control motor, entre otros. El estar encamado o sentado demasiado tiempo y en las mismas posiciones puede producir, entre otras cosas: coágulos de sangre, estreñimiento, ulceras por presión, debilidad ósea, muscular, rigidez articular, etc.
La actividad física regular basada en ejercicios de fuerza, flexibilidad, resistencia, equilibrio y ejercicio aeróbico mejoran las capacidades físicas y la función cognitiva, los trastornos del sueño, influye positivamente en la depresión y la apatía disminuyendo o eliminando su aparición, se consigue una mejora del tono muscular, control postural, equilibrio y mitigación del dolor y se ayuda a la corrección de posturas anómalas, además de reeducar la marcha.
Por lo tanto, realización temprana de ejercicio físico terapéutico dirigido aumenta potencialmente la calidad de vida de las personas que sufren enfermedades neurológicas, mejorando todo lo posible su autonomía e independencia.
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