Es bastante frecuente que la persona sufra cambios en su comportamiento y pérdida de capacidades cognitivas y funcionales que alteren de manera radical los roles que habitualmente sostienen el equilibrio familiar. El paciente ya no parece la misma persona. El cuidador principal tiene que enfrentarse a un familiar querido que ya no responde como lo hacía habitualmente, que presenta problemas en su conducta, que no es capaz de resolver y manejar situaciones, y que necesita cada vez más ayuda.
Es frecuente que aparezcan preguntas del estilo, ¿debo forzarle a que recuerde las cosas?, ¿cómo debo enfrentarme a una situación de irritabilidad y agresividad?, no quiere hacer nada, ¿por qué está tan apático/a?, veo que se muestra indiferente a nivel afectivo, ya no muestra interés por sus aficiones habituales, ¿qué ocurre?, ¿por qué está tan torpe?, ¿cómo debo ayudarle para evitar una caída?, y un sinfín de preguntas que corresponde resolver en el entorno familiar al cuidador habitual.