Solamente caminar requiere del control preciso de más de 100 músculos. Solamente un pie es accionado por 40 músculos y más de 200 ligamentos. A pesar de ello somos capaces de mantener el equilibrio paso tras paso.
Mientras tanto, en nuestro sistema nervioso se regula la velocidad del latido de nuestro corazón, el funcionamiento de nuestros pulmones y el resto del cuerpo.
Nuestro sistema nervioso es una prodigiosa red de comunicación de todo nuestro organismo, con 150.000 kilómetros de nervios en nuestro cuerpo, 4 veces la longitud de la Tierra que alcanza cada rincón de nuestro organismo y procesa la información que captan nuestros sentidos.
El sistema nervioso es complejo, pero tiene tantas funciones que está formado por varios tipos de estructuras especializadas en realizar misiones muy concretas que requieren una comunicación fluida entre ellas para que podamos movernos y pensar con normalidad.
Dentro de todas ellas, destaca el papel protagonista del cerebro: el encargado del funcionamiento del resto de sistemas. Se forma a lo largo de la vida, moldeándose en base a nuestras experiencias y aprendizaje, lo que se conoce como ‘plasticidad cerebral’. Además, el cerebro cambia diariamente en función de nuestras experiencias vividas, formando nuevas conexiones neuronales en las zonas que más utilizamos, pudiendo perderse nuevas conexiones en neuronales en aquellas que utilizamos con menos frecuencia.
En el cerebro, una de las partes más importantes es la corteza prefrontal, que es donde reside nuestra personalidad y la que nos hace pensar a medio y largo plazo, evitando pensar exclusivamente en el mismo instante que estamos viviendo. Una lesión en esta zona puede cambiar definitivamente nuestra personalidad.