1. Qué es la dislexia
La dislexia es un trastorno del aprendizaje de la lectura relacionado con problemas del neurodesarrollo, por lo que los primeros síntomas de la dislexia suelen ser fácilmente reconocibles en la infancia (frecuentes errores al leer, dificultades para comprender la lectura…). Si no se trata adecuadamente, las dificultades relacionadas con la dislexia se mantienen en la adultez, llegando a ser un impedimento para el día a día del adulto.
2. La dislexia en edad adulta
La dislexia en la edad adulta suele relacionarse con problemas en ciertas áreas cognitivas, como el lenguaje, la memoria, las funciones ejecutivas, y tienden a presentar un mayor tiempo de reacción.
Poseen una inteligencia normal o superior, no está afectada la inteligencia ni las habilidades cognitivas. Al igual que otros tipos de dificultades de aprendizaje y de atención, la dislexia es una condición de por vida. Es decir, no se cura, pero las dificultades se pueden superar.
La mayoría de los adultos disléxicos han aprendido estrategias de compensación para lidiar con las dificultades que genera la dislexia, y muchas veces los demás ni siquiera perciben el gran esfuerzo que realizan ni las estrategias que utilizan.
3. Diagnóstico de la dislexia
Según la definición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos mentales (DSM-V, 2018), el diagnóstico de dislexia o trastorno específico del aprendizaje con dificultades en la lectura sí se cumplen ciertos criterios diagnósticos.
a) Tener dificultad en al menos una de las siguientes áreas del lenguaje: lectura, comprensión, ortografía y/o expresión escrita y tus puntuaciones están significativamente por debajo de lo esperado según la edad cronológica en las habilidades académicas tras la valoración. Esto repercute en la vida cotidiana y en el rendimiento académico o laboral.
b) Que las dificultades se muestran desde los comienzos de la escolarización, aunque pueden resultar más evidentes en etapas posteriores.
c) Los déficits no pueden justificarse mejor por otras causas como deficiencias intelectuales, otros trastornos mentales o neurológicos, déficits visuales o auditivos no corregidos, adversidad psicosocial, falta de dominio del lenguaje o de instrucción académica adecuada.
4. Clasificaciones de la dislexia
Existen distintos tipos de clasificación más comunes, las cuales se puede diferenciar leve, moderado o grave, en función de las dificultades en la lectura, en la expresión escrita y en la dificultad matemática; si es adquirida o evolutiva y según la variante psicolingüística afectada, fonológica, léxica o mixta.
No es recomendable utilizar estas clasificaciones como algo definitivo, ya que encasillar a las personas o ponerle etiquetas a menudo provoca ciertas emociones y actitudes que pueden bloquear la evolución y el desarrollo.
Por ello es importante recibir de parte de un logopeda una evaluación, un diagnóstico concreto y la rehabilitación aconsejable por el profesional junto con pautas para tratar los déficits que se presenten.