¿A quién no le gustaría detener el paso del tiempo?
Descubrir la fórmula de la inmortalidad es sin duda el deseo de muchos. Aunque de momento, nos tenemos que conformar con algunos remedios para frenar el proceso de envejecimiento.
Para vivir más y mejor tenemos ante todo que cuidar de nuestra alimentación. La calidad de los alimentos y el alto consumo de frutas y verduras pueden contribuir a una mejor calidad de vida y a reducir la mortalidad.
La dieta mediterránea es sin duda la más saludable. Un estudio publicado en la revista “Neurology” afirma que esta dieta es óptima para nuestras células cerebrales, de hecho, consumir por lo menos cinco de los alimentos que incluye la dieta mediterránea, ralentizaría la atrofia cerebral es decir el proceso de envejecimiento.
Gracias a su elevado contenido en antioxidantes, esta dieta puede ayudar a prevenir numerosas enfermedades cómo la diabetes, la obesidad, enfermedades cardiovasculares, la depresión y la demencia.
¿Cuáles son los principales alimentos que forman la dieta mediterránea?
- Aceite de oliva: es sin duda el componente principal de esta dieta. Gracias a su contenido de grasas saludables, ayuda a incrementar los niveles de colesterol bueno. Es aconsejable utilizar el aceite de oliva para cocinar y disminuir el consumo de grasas animales.
- Fruta y verdura: representan la principal fuente de vitaminas, fibra y antioxidantes naturales dentro de la dieta mediterránea. Deberíamos consumir 5 raciones de fruta y verdura cada día. Además, lo mejor es consumir frutas y verduras de temporada, ricas en propiedades únicas y más saludables.
- Cereales: la dieta mediterránea incluye los cereales y por lo tanto el consumo de pasta, arroz, maíz, cebada y espelta. La mejor elección es optar por los productos integrales ya que aportan más proteínas, fibras y vitaminas.
- Pescado: principalmente pescado azul ya que es rico en proteínas, omega 3, vitamina A y vitamina D, así como calcio, fósforo y sales minerales. Se recomiendan de dos a cuatro raciones de pescado a la semana.
- Carne: es preferible elegir la que menos grasa tenga, como por ejemplo el pollo o el pavo. Es mejor en cambio reducir el consumo de carnes rojas y sobre todo de carnes procesadas.
- Huevos: los huevos contienen muchas vitaminas y minerales y representan una gran fuente de proteínas de alta calidad. Aunque conviene no tomarlas más de dos veces a la semana.
- Lácteos: principalmente yogures, ricos en calcio y fermentos lácticos, o quesos bajos en grasa.