El 12 de diciembre se celebra el Día Mundial de la Disfagia, trastorno de la deglución y la alimentación, que afecta al 8 % de la población española y que tiene graves consecuencias en la capacidad de nutrición e hidratación, el estado general de salud y la calidad de vida de las personas que la sufren.
¿Qué es la disfagia?
Es la dificultad para tragar alimentos sólidos, líquidos o incluso la propia saliva. Es un problema que puede dar lugar a neumonías y a cuadros de desnutrición y deshidratación. Existen dos tipos de disfagia:
- Disfagia orofaríngea: es la dificultad en la deglución referida por el paciente a nivel cervical, e inmediatamente después de la ingesta del alimento. Se debe a enfermedades que afectan a la hipofaringe y la parte superior del esófago impidiendo la deglución, con lo que el bolo puede ingresar en la tráquea o la nariz. Las causas que afectan el SNC: ACV, Enfermedad de Parkinson, ELA o EM, Neuropatías periféricas, Neoplasias, Lesiones locales inflamatorias (abscesos), Comprensión extrínseca (bocio)…
- Disfagia esofágica: es la dificultad para hacer llevar el alimento desde la faringe hasta la cavidad gástrica, incluyendo trastornos orgánicos o motores del cuerpo esofágico. Las causas son: Espasmo esofágico difuso, Estenosis péptica, Anillo de Shazki.
Signos y síntomas de la disfagia
Los síntomas más comunes de la disfagia son:
- Babear excesivamente
- Problemas al masticar y deglutir
- Expulsar la comida de la boca por falta de control de la lengua
- Escupir la comida
- Rechazar la comida
- Aumento del tiempo de alimentación
- Aumento del esfuerzo, fatiga y disminución del estado de alerta
- Dificultad para controlar los líquidos, semisólidos y alimentos sólidos
- Infecciones respiratorias recurrentes
- Cambios en la respiración durante la alimentación
- Signos de aspiración como ahogo, tos, atragantamiento…
- Sensibilidad de contacto aumentada dentro o alrededor de la boca e intolerancia a ciertas texturas.
¿Cómo deglutimos?
Normalmente se prepara el bolo (alimento) en la etapa oral (la comida llega a la cavidad bucal). En la siguiente etapa el bolo es transportado hacia el esófago y en la fase final culmina con las contracciones peristálticas que conducen el bolo por el esófago hasta el estómago.
Los problemas surgen en la primera y la segunda etapas. En la primera se producen alteraciones en el manejo del bolo alimenticio en la cavidad oral y ello puede producir fragmentación de dicho bolo, falta de masticación o pérdida de restos alimenticios en la cavidad oral que no son identificados sensorialmente, y ello puede conllevar que el alimento, en periodos de reposo y después de las comidas, penetre en las vías aéreas, es decir, en los pulmones, al no ser bien manejado.
En la segunda etapa los problemas son sobre todo de cierre de vías aéreas. Es decir, cuando el alimento va a ser deglutido, la base de la lengua protege la faringe y, con ello, la penetración de alimento en los pulmones. Si este mecanismo no funciona, se produce penetración y/o aspiración de alimentos en las vías aéreas.
Todo esto tiene que ser evaluado y tratado por un profesional, que en todo caso, además de intervenir directamente con el paciente, y guiará a la familia en los cambios y las adaptaciones que se habrán de hacer en las comidas. El profesional que se encarga de la rehabilitación de la Disfagia es el logopeda.
Dichas adaptaciones serán de muchos tipos: posturales, con productos de apoyo que favorezcan una deglución segura, adaptaciones del alimento en consistencia y textura adecuadas. Y es que la alimentación no solo es nutrición, también es emoción, compañía, vista, tacto, gusto, y esto, a veces, con estos pacientes se olvida.
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