Cervicalgia o dolor de cuello

La cervicalgia o dolor de cuello es una dolencia muy común que afecta a personas de todas las edades y limita la realización de las actividades cotidianas. Se caracteriza por una manifestación en la región cervical. Este estado de dolor se puede prolongar en el tiempo dando lugar a una dolencia de tipo crónico.

Síntomas de la cervicalgia:

A día de hoy, se conoce la existencia de distintos tipos de cervicalgias, por ello, no todos los dolores de cuello cursan los mismos síntomas. Hay algunos síntomas de tipo neurológico o sensitivos que también se pueden manifestar. Sin embargo, estos son los síntomas más comunes:

  • Dolor de cuello que se extiende hasta la cabeza, llegando a la zona de la coronilla o incluso a la parte frontal de la cara.
  • Dolor acompañado de vértigos o mareos.
  • Sensación de ‘bloqueo’ del cuello para girar la cabeza a los lados.
  • Presencia de ruidos o ‘crujidos’ al mover el cuello en alguna dirección.
  • Hormigueos que descienden desde el cuello hacia los hombros, llegando incluso a recorrer el brazo y la mano.
  • Sensación de adormecimiento o acorchamiento en la parte superior de los hombros, ‘como si llevase una mochila’.

¿A qué se debe tanta variedad de síntomas?

El cuello, como el resto de partes de nuestro cuerpo, está compuesto por distintos tipos de tejidos y estructuras. De este modo, en la zona del cuello encontramos las vértebras que componen la columna cervical con sus músculos asociados, pero también existen gran cantidad de nervios y vasos sanguíneos en la misma región. Todas estas estructuras pueden ser causa de dolor y, dependiendo de dónde vengan, los síntomas pueden ser muy diferentes; un dolor tipo hormigueo es muy común cuando la parte afectada es el nervio, por ejemplo.

¿Debería preocuparme si, además del dolor, presento alguno de estos síntomas?

No todos los pacientes con cervicalgia tienen por qué presentar todos estos síntomas, sin embargo, en muchas ocasiones, el dolor de cuello se acompaña de otras manifestaciones. Esto es algo común y, más que preocuparnos, deberíamos pensar en consultar cuanto antes a un profesional que pueda aconsejarnos para, si es necesario, pautarnos un tratamiento. El fisioterapeuta es un profesional muy adecuado para este tipo de patologías.

Entonces… ¿Tienen todos estos síntomas una solución?

Todas estas manifestaciones pueden ayudar a los fisioterapeutas a conocer el origen del problema y a poner en marcha acciones terapéuticas encaminadas a devolver a los pacientes a su vida sin dolor ni molestia. Tras una correcta valoración, el paciente podrá poner en práctica, junto al fisioterapeuta, un tratamiento rehabilitador que le permita recuperarse. Algunas de las herramientas que los fisioterapeutas pueden emplear en este tipo de patologías son:

  • Reeducación de la postura y del movimiento, aprendiendo las posturas adecuadas y las posturas a evitar.
  • Ejercicio terapéutico pautado por el fisioterapeuta para mejorar la musculatura, prevenir la recaída y ganar movilidad.
  • Terapia manual por parte del fisioterapeuta para aliviar el dolor.

Por tanto, ¿Qué hacer si presento cualquiera de estos síntomas?

En primer lugar, no asustarte; debes saber que son más comunes de lo que parece y que no tienen por qué suponer nada grave. En segundo lugar, consultar con el profesional lo antes posible para que pueda aconsejarte y ayudarte. Y, por último, cuidarte y evitar aquellas acciones o circunstancias que te provoquen dolor, dentro de lo posible. La salud es un tesoro que debemos custodiar.

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