El aislamiento social y la inactividad física son factores de riesgo para padecer demencia.
Podemos imaginar el cerebro como un músculo, si no lo ejercitamos, se atrofia. Factores como el aislamiento social, la incomunicación y la inactividad física deprimen nuestro sistema inmunitario y nos hacen más susceptibles a las infecciones por virus y otros microorganismos. La neuroinmunología estudia las relaciones entre el sistema nervioso y el sistema inmune, pues ambos están muy interconectados.
La actividad cognitiva:
Demencias como el Alzheimer son más frecuentes en pacientes con niveles culturales previos bajos. Esto se explica porque tienen una menor reserva cognitiva, de modo que tiene menores recursos para minimizar sus deficiencias. Personas con mayor nivel cognitivo también pueden sufrir enfermedades como el Alzheimer, pero éstas avanzarán más despacio, pues cuando la enfermedad comienza, pone a funcionar múltiples circuitos cerebrales aún no dañados por la demencia y soluciona tareas que otras personas no podrían, por no haberlas desarrollado previamente.
Esto pone de manifiesto la importancia de ejercitar el cerebro para activar circuitos que puedan prevenirnos o ralentizar el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
La actividad física:
La actividad física es igual de imprescindible que la actividad cognitiva. El ejercicio físico regular es beneficioso por varias vías:
- Mejora el sistema cardiovascular.
- Mejora el sistema respiratorio.
- Estimula y mejora la irrigación cerebral.
- Refuerza la respuesta inmunitaria.
Todos estos beneficios, nos hacen más resistentes a infecciones externas. En el contexto del COVID, se ha demostrado que las personas que un sistema cardiovascular y respiratorio entrenado sufren menos las consecuencias de dicho virus.
Además, se pone de manifiesto también la relación entre la actividad física y la estimulación cognitiva por las consecuencias que tiene el ejercicio físico sobre la mejora de los patrones motores de agilidad, coordinación y velocidad de reacción, que están gobernados por otros circuitos cerebrales. Así como por la estimulación de secreción de endorfinas que disminuyen el dolor y mejoran el estado de ánimo y la disposición para realizar otras tareas.
La apatía:
Una de las características más importantes y nocivas del cambio conductual que se sufre con las demencias es la apatía. Muchas veces la apatía se confunde con una depresión, pero, a diferencia de ésta, el paciente no está triste; simplemente pierde el interés, ya no tiene iniciativas, no planifica, está apático y abúlico. Esto es una señal de alarma que indica que las conexiones cerebrales están fallando, el cerebro está desconectando sus circuitos, se está apagando.
Como conclusión, se recomienda la estimulación en pacientes ancianos, dando tanta importancia a la estimulación cognitiva pura (potenciar la atención, entrenar la memoria, mejorar la capacidad de solucionar tareas, las habilidades sociales…), como a una actividad física regular. Ya no solo como tratamiento ante enfermedades neurodegenerativas, sino también como prevención.
Alfredo Gil Rodrigo, Neurólogo
Director Médico de la Clinica NYR
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