Una experiencia personal:
He acompañado a personas con daño cerebral adquirido durante 11 años cada 26 de octubre, además de los siguientes 364 días restantes del año. Y, puedo deciros que ha sido una experiencia durísima y muy enriquecedora a la vez. Curiosas las paradojas de la vida. Donde hay caos puede surgir el orden, donde hay oscuridad puede surgir luz, donde hay enfermedad puede restaurarse la salud… Siempre. Solo tienes que mirar para verlo e integrar lo vivido. Siempre hay múltiples matices.
He vivido experiencias inolvidables con todas las personas que he acompañado en este proceso, que han dotado de profundidad a mi vida.
La perspectiva después de un DCA:
Un daño cerebral irrumpe de una forma inesperada en la vida de una persona, sin previo aviso. Invita a la persona que lo padece, y al resto de su familia y amigos, a salir de la zona de confort, a entrar en el dolor y el caos, invita al sufrimiento y a la incertidumbre de las primeras fases. Invita a perderse para tener que encontrarse, a reinventarse, a crecer, a integrar la experiencia. Invita, al final del proceso personal, a ser capaz de ver belleza, claridad y aceptación en la nueva vida que surge después, porque es innegable que después de un DCA la vida ya no es igual.
Cada persona y cada familia va integrando esta experiencia que le va a tocar en lo más profundo de por vida, sobre todo si ha sido un DCA con secuelas más graves e irreversibles. Los profesionales acompañamos lo mejor que sabemos a las personas en sus procesos, en su dolor, en su sentir y, también, somos tocados por ellos y por su experiencia. Algo profundo cambia en nosotros.
Cambian tus prioridades, los significados que das a las cosas y de la vida; en qué decides invertir tu tiempo. El tiempo es el recurso más preciado sin duda, el presente se vuelve valioso y el corazón adquiere profundidad.
Mi relación personal con el DCA:
Hace cuatro años mi marido y yo también vivimos la experiencia de un DCA (traumatismo craneal leve) debido a un accidente de tráfico. Nos impactó un vehículo que circulaba en sentido contrario dentro de un túnel. Debido a la colisión, ambos nos golpeamos con la cabeza en las ventanillas, se rompieron del impacto. Yo perdí levemente y por poco tiempo la conciencia. Tuvimos politraumatismos en diversas partes del cuerpo y fuimos a rehabilitación. Fue después de este proceso cuando mejor comprendí a todas las personas que había acompañado. En nuestro, caso no quedaron secuelas. Quedamos restaurados completamente después de unos meses.
Este día, el 26 de octubre, simboliza para muchas personas un renacer, una toma de conciencia a una nueva vida que surge después del caos, de las limitaciones y la enfermedad.
Cada 26 de octubre, durante 11 años, he participado en la organización de múltiples eventos de todo tipo, algunos más académicos y otros más lúdicos y creativos. Y, hoy traigo a mi memoria a todas las personas con las que he vivido esos 11 “26 de octubre” para decirles, desde lo más profundo de mi corazón: ¡Gracias!
Cecilia Blasco – Psicóloga Clínica y coordinadora del área de rehabilitación
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